domingo, 13 de febrero de 2011

El Rey vanidoso y su Traje invisible

Había un pueblo donde vivía un rey, que a pesar de gozar de todas las comodidades se preocupaba mucho por una sola cosa: Su manera de vestir.

El rey gastaba su fortuna en obtener los más preciosos y finos trajes, para verse como una persona distinguida y elegante, tenía tantos trajes que podía vestir uno diferente a cada hora del día, tanto que la mayor parte del tiempo lo pasaba en su vestuario real.

Un día, en el pueblo de este rey vanidoso, a donde llegaba mucha gente de distintos lugares, se presentaron un par de hombres, pícaros estafadores que habían escuchado de la fama de este rey vanidoso y su desmedido afán por el buen vestir.

Al presentarse delante del rey, afirmaron poder confeccionarle a su majestad, el traje más hermoso que pudiera imaginar, con los colores más bellos y la tela más suave y delicada que jamás haya existido; aunque lo más espectacular de dicha prenda, era que no podía ser vista por gente que fuera inepta para su cargo, o que fuera irremediablemente estúpida.

Fascinado por la idea, el rey concluyó que tener dicha prenda tan hermosa y tan útil, le ayudaría a comprobar quienes de sus súbditos no eran aptos para sus cargos y que personas eran tontas y cuales no, razón por la cual decidió adquirir el traje especial.

Enviando a sus empleados a abonar una fuerte cantidad de dinero a los pillos, estos montaron un pequeño taller ficticio donde se suponía que elaboraban la prenda con las telas más finas del reino y el oro que ellos mismos se robaban en su brillante engaño.

Afanado por el trabajo final, el rey decidió enviar a sus empleados nuevamente para observar el progreso del trabajo, ya que al conocer la particularidad de la tela, invisible a los ineptos y estúpidos, quería comprobar que su gente misma estuviera capacitada para ver la tela; no era porque tuviera temor de que el mismo no pudiera ver el traje.

Finalmente, los empleados, que al no poder ver el traje, pero por temor a perder su cargo, dieron buenas noticias sobre el nuevo traje del rey, quien finalmente pudo vestir su asombrosa prenda.

En un intento por hacer más real el hecho de vestir un traje invisible, lo pillos y empleados del rey simularon incluso ayudarle a ponerse la prenda, unos por pillos, y los otros por hipócritas.


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